El uso de medicamentos vía inhalada, a través de un dispositivo, es esencial en el tratamiento de las principales enfermedades respiratorias crónicas: el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). A través de estos dispositivos podemos administrar broncodilatadores y esteroides, lo que disminuye la frecuencia de eventos adversos, permite usar una menor dosis para lograr el efecto deseado y facilita la administración directa a la vía aérea inferior (bronquios y vías aéreas pequeñas). Esto proporciona un alivio rápido de los síntomas y un control eficaz de la enfermedad.
El aparato respiratorio, tanto en su vía superior como inferior, tiene la ventaja de contar con receptores para corticoesteroides. Por ello, la medicación de primera línea para el control de síntomas en casos como la rinitis alérgica o el asma puede utilizarse por vía inhalada, disminuyendo significativamente la exposición sistémica y evitando efectos secundarios como el aumento de glucosa o de presión arterial. Por otro lado, la vía aérea inferior, que incluye bronquios y vías aéreas pequeñas (de menos de 2 mm de diámetro), está compuesta por músculo liso y posee receptores beta-2 y muscarínicos sensibles al uso de broncodilatadores, como beta-2 agonistas y antimuscarínicos. Esto permite alcanzar broncodilatación en 2 a 5 minutos con el uso de salbutamol o ipratropio en casos de broncoespasmo.
La principal limitante, incluso 40 años después de la implementación de medicamentos vía inhalada, es que la mayoría de los pacientes los usa de forma inadecuada. Como clínicos, nos corresponde advertir al paciente sobre la dosis, el momento ideal para su administración, si debe usarse antes o después de los alimentos y posibles interacciones con otros medicamentos. Aunque estas indicaciones consumen más tiempo en la consulta, omitirlas puede dar lugar a efectos secundarios no deseados o a la falta de eficacia del tratamiento. Lo mismo aplica para los medicamentos administrados vía inhalada y sus dispositivos. Es fundamental conocer las ventajas y desventajas de cada uno, así como implementar estrategias que pueden aumentar hasta en un 50% el depósito del medicamento, como el uso de aerocámaras, logrando así mejores resultados.
Existen diferentes tipos de inhaladores, entre los que destacan:
Inhaladores de dosis medida (MDI)
Compactos y fáciles de usar, pero requieren coordinación entre la inhalación y la activación del dispositivo, lo cual puede ser una limitante para niños y adultos mayores. Esto puede corregirse con la adición de una aerocámara.
Inhaladores de polvo seco (DPI)
No requieren coordinación, por lo que no necesitan aerocámara. Sin embargo, requieren una fuerza de inhalación mínima de al menos 20 litros por segundo.
Recientemente, las aerocámaras han sido diseñadas para ser utilizadas con los MDI. Estas permiten que el paciente no necesite coordinar el disparo y la inhalación, lo que resulta ideal para niños, adultos mayores y pacientes con fuerza inspiratoria comprometida. La aerocámara facilita la correcta inhalación del medicamento al filtrar las moléculas de mayor diámetro y favorecer la llegada de las partículas menores (menos de 5 micras) a las vías inferiores. Esto mejora el depósito pulmonar, evita la candidiasis oral y optimiza la eficacia del tratamiento.
La correcta técnica de uso de los inhaladores es crucial para garantizar la eficacia del tratamiento. Estudios muestran que muchos pacientes no utilizan estos dispositivos adecuadamente, lo que puede resultar en un control subóptimo de los síntomas y un aumento en las visitas al médico. Por ello, la educación del paciente sobre el uso correcto del inhalador debe ser una parte integral del manejo de las enfermedades respiratorias.
Además, la adherencia al tratamiento es otro desafío importante. La falta de comprensión de la enfermedad y la percepción negativa de los medicamentos pueden llevar a la interrupción del tratamiento. Es vital que los profesionales de la salud fomentemos una comunicación abierta con los pacientes, abordando sus inquietudes y motivándolos a comprometerse con su tratamiento.
En conclusión, los inhaladores son herramientas clave en el manejo de las principales enfermedades respiratorias crónicas. Su uso adecuado, junto con una educación efectiva y un enfoque centrado en el paciente, puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes padecen estas condiciones. Además, invertir en programas educativos y en recursos accesibles para los pacientes es esencial para optimizar el manejo de estas enfermedades.
Dra. Yadira Guadalupe Rodríguez Reyes
Neumólogo
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